miércoles, 23 de julio de 2014

Palabras

Quisiera preguntárselo todo, pero no puedo... o no debo. En el fondo sé que es ese misterio lo que quiero de ella y aunque a veces desespero por alguna respuesta, sigo deseando que esta jamás llegue.
Si un día ella escucha mis pensamientos, que no responda, que no me mire, que no la entienda.

Somos una eterna contradicción, durante siglos hemos fingido hacernos preguntas que sabíamos incorrectas, rezando porque nadie supiera contestarlas. No queremos que nadie nos zarandee y nos despierte, somos niños grandes que se niegan a crecer si crecer supone entenderlo todo.

La incertidumbre nos encanta porque aunque asusta significa que si nada puede plantearse nada puede estropeárnoslo. La vida se torna nueva a cada segundo, se reinventa caprichosa y delirante, y uno no puede más que sonreír y esperar.

Qué descanso sentarnos y disfrutar de la función, por fin liberados, por fin reales.
Me gusta esperar al mundo mientras huyo ahí sentado, mientras me lanzo al vacío sin levantarme, tranquilo sabiendo que en realidad no puedo decidir nada.

Sucumbo y la miro, acepto mi lección de humildad diaria, lo humano es incontrolable y poderoso, pero tiene un precio. El beso inesperado, la frase poco acertada , el cristal roto y este papel mojado.
Puede que las palabras no logren dominar este viento que nos azota con sus verdades, pero hacen que el suelo siga ahí abajo cuando éstas nos vuelven frágiles.

martes, 8 de julio de 2014

On and Off

Nunca me gustaron los martes, no son días importantes. A uno nunca le cambia la vida un martes. Demasiado pronto para acabar algo, demasiado tarde para empezarlo. Siempre tuve una vida interior intensa, tanto, que me resultaba imposible interesarme por los demás. 

Las pocas veces que conecté con el mundo me di cuenta de cuanto me aburrían las personas y el universo estúpido e irrelevante que habían creado para sí. Sus vidas eran juguetes rotos con los que algún Dios jugaba, diseñando la inevitable quiebra, cediéndoles la última cena.

Pero antes de juzgarme déjame decirte algo, todo cínico fue algún día demasiado romántico.
Si aborrecí este mundo fue porque rara vez alguien vibraba, rara vez algún hijo de vecino explotaba y quemaba todas esas reglas que no estaban escritas. Nadie desafiaba lo correcto, nadie reinventaba lo establecido. 
En ese mundo uno no se alteraba, ni perdía las formas y nada acababa porque jamás llegaba a empezar de verdad. La vida parecía allí una novela mortalmente aburrida escrita por tu primo segundo que leías por obligación. Algo debía ceder, algo debía cambiar.

Me pregunto si el mundo sigue ahí fuera. Sigo sin noticias de mi. 
Una luz de neón palpita fuera de la habitación, alterada, sin razón. 
A veces la miro e intento entender que la inquieta, pero por mucho que le pregunto jamás comprendo sus exigencias.  ¿Qué le pide una luz a la vida? Quizás algo de oscuridad para poder brillar, quizás simplemente... ser.

Confieso que me he acostumbrado a ella, a sus sis y sus nos, a sus hasta luego y sus hasta pronto.
Siempre hace amago de irse pero tampoco ella parece saber marcharse. No comprende todo esto más que yo, sonrío con desconsuelo, me cae bien.
Resulta irónico pero en ocasiones ese parpadeo nervioso es lo más estable por aquí, el desasosiego, la incertidumbre y la voluntad de continuar aún y así.

Casi me dan ganas de levantarme de esta vieja silla e ir a agradecerle a ese bendito neón lo que hace por mi. Voy a ponerle algo de música para que se calme, para que la oscuridad nunca pueda con nosotros.

https://www.youtube.com/watch?v=a3jpy1OzWg8

Parece que funciona, Debussy siempre lo consigue. Por un momento el tiempo se ralentiza y algo en esta habitación cambia. ¿Será este papel en blanco o seré yo?